lunes, septiembre 03, 2012

Daredevil, motivos para sonreir.

Portada del nº1 del nuevo volumen de Daredevil.
Por Paolo Rivera.
Hacía mucho tiempo que una serie nueva no levantaba en mi tantas expectativas, claro que volví a engancharme a esto de comprar grapas(y, ahora cada vez más, tomos) hace relativamente poco, cuando arrancó Nuevos Vengadores. Pero eso es una historia para otro momento.

Aun así, en el panorama Marvel pocas series han despegado con un número uno y me han llamado la atención de forma tan poderosa, y curiosamente las tres han sido bastante recientes. Wolverine & The X-men es una, Uncanny X-force otra y por último, este Daredevil del que les vengo a cantar alabanzas.

No soy un gran aficionado al personaje, todo lo que leí de DD en su día fueron aquellos cómics que regalaban con el diario El Sol. Una selección de la etapa de Frank Miller en la serie, cuando Miller era bueno y no nos parecía tan trasnochado. De todos modos como a uno le gusta estar al día  de vez en cuando oía cosas sobre el personaje y su serie y al menos algo al tanto estaba, por lo menos lo justo para conocer el statu quo del personaje y no ir de nuevas a la serie. Pese a todo la cantidad de conocimientos previos para este nuevo punto de partida son nulos y se disfruta perfectamente desde la ignorancia.

Realmente, el cómic en si no es muy destacable, lo que cuenta, lo que pasa y las aventuras que tiene nuestro abogado pelowhisky no son de una importancia capital en la historia del personaje, ojo, que tampoco son nimias. Quizás ese sentimiento de que lo que se cuenta no es lo más importante del comic es porque uno se pasa toda su lectura flipando por como los autores han resuelto el tomo.

Para que os hagáis a la idea es como a tus 14 años empiezas con las mates y la geometría y el dibujo técnico y esas mandangas que te llevan por la calle de la amargura y tu, que peleas para hacer un circulo que no de pena con tu compás ves como tu profesor de dibujo, que es un sexagenario que fuma ducados en los descansos, se arremanga y hace a pulso un circulo perfecto, con una tiza y su saber hacer.

Así me quede todo el cómic.

Pocas cosas malas se pueden decir de Mark Waid, quizás que nunca haya sido un artista "Hot" en unos años en los que las estrellas de los cómics ya no son los personajes sino los hombres detrás de ellos.

Waid siempre ha mantenido un perfil discreto, nunca ha brillado hasta cegar a nadie, pero es que tampoco ha defraudado. Su Kingdom come pese a su moralina apolillada ensalzando a los cómics clásicos es una delicia para los que disfruten de los detalles, su etapa en Capitán América es más que revindicable (por ahí rondan los tomos de formato económico de Pannini para corroborarlo), y su Irredemeable y su Incorruptible han sido de los mejores cómics superheroicos que se han visto en estos años de manos de las compañías indies.

Y es que Waid, si merece algún calificativo que lo resuma en una palabra, es el de profesional. Es un autor que conoce tanto el negocio, como el medio en el que trabaja. En una época en la que los guionistas de cómics son fans que se han criado con los personajes que ahora escriben(Geoff Johns) o escritores de otros medios que acaban probando suerte con los cómics(Heinberg, por ejemplo), Waid es de los pocos jornaleros del cómic que quedan. Esa gente que escribe no cómics ni por gusto ni por probar nuevos campos, sino porque es su trabajo. Esto no significa que lo haga a desgana, solo que conoce todos los trucos, tópicos y mecanismos del genero en el que se mueve(su conocimiento de la mitología propia del cómic y de su intrahistoria ya se pudo ver en Irredemeable).

¿Que quiero decir con todo esto? Que la historia que leemos en este nuevo Daredevil fluye suavemente y se entreteje de forma muy natural, vemos a Matt compaginar su vida de civil con su vis heroica y lo que sucede cada vez que se cruzan. Y lo mejor de todo es que lo hace sin buscar un giro dramático en el personaje y no solo sin ignorar todo lo acontecido en etapas anteriores(y lo que ha pasado ha sido MUCHO) sino que lo que para muchos seria lastre, en esta ocasión se convierte en el let motiv, en el tampolín, del nuevo tono mas ligero y aventurero, alejándose un poco de la serie negra y del drama.

Pero, insisto, lo que leemos en estos seis números en lo que a historia se refiere no es más que una declaración de intenciones sobre el tono de la serie. Unas pocas tramas de investigación/abogacía(estos americanos y sus action-attorneys) y la cimentación de una historia más grande mientras unos cuantos cameos dan (más) color a la historia.

Pero claro, si lo que sucede, aunque no sea de traca, lo dibujan verdaderas bestias pardas como Paolo Rivera(y su señor padre a las tintas) y Marcos Martín, te conviertes en espectador de una fiesta para tus ojos.

Martín y Rivera, parecidos pero no idénticos, son( y volvemos al termino) profesionales. Ya no en que entreguen dentro de sus plazos o en las relaciones con sus editores. Sino en que son dibujantes de cómics y lo demuestran en cada número. Son buenos dibujantes no por espectaculares y no por épicos, sino porque saben dibujar.

Sonará a perogrullada, pero saben dibujar, no todo el mundo sabe dibujar un caballo y que parezca lo que pretende ser, no todo el mundo sabe dibujar una grapadora, no todo el mundo sabe dibujar mujeres guapas que no parezcan supermodelos, no todo el mundo sabe dibujar niños, no todos saben dibujar personas de 45 años, ni una acera con gente, ni un parque, ni una estación de metro, ni un dormitorio.

Rivera y Martín saben hacerlo. Y lo que es mejor(como si no fuera ya poco, caray) saben que están dibujando un cómic y no un storyboard con diálogos insertados, conocen el medio y conocen las herramientas propias de un cómic(me repito, lo sé) y trabajan con ellas hasta permitiéndose explorar y probar cosas nuevas. Solo en las cuatro primeras paginas del primer numero a cargo de Rivera vemos un despliegue de corrección anatómica, usos de encuadres y diseño de página que es una delicia. Pero es que las paginas de Martín están llenas de una maravillosa integración de las onomatopeyas en la historia y de un uso de las viñetas que es soberbio.

En serio, el tomo en si es una delicia visual y solo por ello ya justifica los doce euros que cuestan los seis números en su tomo(edición mas que correcta por parte de Pannini en lo que a calidad y precio se refiere)

Concluyendo, no es el cómic mas importante del año(y eso que se han llevado algún que otro Eisner, eh), ni el más trascendente, pero si(y esto lo digo con toda rotundidad) es el cómic(de superheroes de las "Majors"(ya que tengo que ser rotundo, también seré concienzudo que luego me buscan la boca)) mejor producido en lo que llevamos de año. Ojala todos los cómics que leyera fueran como este.

2 esquinazos:

Sauron Bloom dijo...

La de lectores que gano Forum con los coleccionables de EL SOL...

Ulin dijo...

Personalmente, yo me quedo con el último número, la historia corta donde te explican el por qué Matt está ahora tan "feliz", ya que es un cambio de lo más extraño teniendo en cuenta el pozo de depresión y mierda en el que andaba metido los últimos años. Es a la vez un número interesante y bastante triste a la vez, aunque eso da pie a que esta fachada se convierta en la verdadera cara de DD, al menos hasta que Mark Waid deje la colección :)

Por cierto Sauron, bienvenido de nuevo por aquí ;)